La autoestima es un elemento imprescindible para ser feliz. Un niño con una autoestima alta tiene confianza y seguridad en sí mismo, dispone de un alto nivel de autocontrol y gestión de las emociones, tiene mayor iniciativa y autonomía, posee mayor capacidad para asumir riesgos, no tiene miedo a equivocarse, etc.
La autoestima depende principalmente del ambiente familiar en el que el niño se desarrolla. Si un niño se siente querido y valorado por sus padres, será un niño que se querrá y se valorará.
Pero la autoestima en la infancia no solo nace del amor incondicional y la confianza que los padres depositan en sus hijos, sino también del amor y la confianza que los padres se profesan a ellos mismos. Por ello, para fomentar la autoestima de los niños es fundamental también trabajar la autoestima de los padres. Muchos no se sienten competentes para educar a sus hijos, y sus inseguridades se las transmiten como tener miedo a equivocarse, no aceptar sus limitaciones, etc. A diferencia de estos, aquellos padres que tienen una autoestima alta, transmiten a sus hijos que las equivocaciones y los errores forman parte del aprendizaje, aceptan sus virtudes y sus defectos, tiene una actitud más positiva ante la vida.
Pero ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra autoestima?
Reflexión/
Autoconocimient
También existen actitudes hacia los niños que pueden mejorar su autoestima:
Fomentar su iniciativa. Por ejemplo, si tu hijo quiere ayudarte en alguna actividad déjale que lo haga, puede que en ocasiones nos resulte más laborioso al tener que estar pendiente de él, pero será muy beneficioso. Permítele que participe en pequeñas tareas y retos pues le aportarán seguridad y le ayudarán a que conozca sus capacidades.
Permíteles que se equivoquen. Tienen derecho a equivocarse, no pasa nada porque lo hagan porque así aprenderán. Transmíteles esta filosofía :”No existen errores, sino aprendizajes”.
No les compares con nadie, ni amigos, ni hermanos,… pues no les motivan para mejorar. Deja que siga su ritmo de aprendizaje, si utilizas alguna comparación que sea con él mismo en alguna situación y/o tarea.
No le juzgues, critiques o etiquetes diciéndoles frases como “eres malo” “eres desobediente”. Cuando quieras hacer que reflexionen sobre algún mal comportamiento exprésalo atendiendo al hecho o conducta concreta, es decir por ejemplo “pegar a tu hermana está mal” en vez de “eres malo”.
Antes de aconsejarle a la hora de resolver pequeños problemas o conflictos, déjale que lo intente por sí sólo, muéstrale que confías en él y que estás a su lado si necesita tu ayuda.
No les exijas que hagan algo que no saben o no quieren hacer. Pregúntate antes ¿Por qué no quiere? ¿Tiene la capacidad y edad para hacerlo o entenderlo? ¿Es necesario?
Ejemplo y coherencia. Intenta siempre predicar con el ejemplo y siendo coherente entre lo que dices y haces. De nada servirá que intentes que tus hijos se comporten de determinada forma si tú no lo haces.
Recuerda siempre que nuestros hijos son nuestro espejo…
Karla Piccardo
Mamá Homeschooler
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