Para educar a nuestros hijos necesitamos transmitir ciertos conocimientos, pero también necesitamos corregir aquellos que sean erróneos, y el medio para hacerlo es la comunicación efectiva y afectiva.
Cada vez que debemos corregir modos de comportamiento cometemos un error que lamentablemente es bastante común y es que a veces decimos a nuestros hijos ¿eres tonto" , "eres un inútil”, "que irrespetuoso eres", "eres muy inquieto", "eres un molestoso", "eres un mentiroso", eres flojo" " eres un llorón" "eres demasiado agresivo", "eres un Bruto" "eres brusco" "eres... Eres... "
Con estas frases estamos juzgando calificando y definiendo a nuestro hijo y lo hacemos siempre que la frase comienza con "eres".
Este modo de comunicación constituye un error violento ( En el sentido estricto de violencia, en tanto uno de los interlocutores es quien define la relación, puesto que es quien desde un punto de vista interaccional se ubica en una posición complementaria superior, ejerciendo un poder por sobre el otro que es juzgado como persona, sin que la opinión de éste se tenga en cuenta. Es en este sentido que hablo de violencia, que es muy diferente al concepto de agresión), dado que no porque nuestro peque no entienda algo es bruto ni tampoco porque mienta es un mentiroso. Para que esta afirmación sea realmente cierta, nuestro hijo debería mentir habitualmente o hacerlo siguiendo un patrón de comportamiento predominante. Por ello, un modo de corregir esta manera de comunicar es emitir un juicio acerca de la acción en sí misma. Es decir, en lugar de decir "eres muy agresivo", es mejor decir "te comportase de manera agresiva (en tal o cual momento)". De este modo estamos hablando de la acción, liberando a nuestro hijo. La acción es fácilmente modificable, sin embargo la persona no. Al usar el término "eres" juzgamos al ser, lo intrínseco, lo que nuestro hijo es como persona, lo que no cambia rápidamente.
Es importante tener en cuenta que de tales afirmaciones también se forma la identidad de nuestros hijos.
Un niño que escucha una afirmación acerca de su persona tal como "eres un irrespetuoso" comienza a formar un concepto de sí mismo que comprende literalmente la afirmación. Luego comienza a comportarse de esa manera, pues esto que escuchó ya es parte de su rol, que poco a poco formará su identidad, la cual se construye según el trato que recibió y el lugar interaccional que se le dio. Así, es ubicado en el lugar de "niño irrespetuoso", desde un punto de vista sistémico o interaccional, pero si en lugar de ello escucha la siguiente afirmación "En tal momento te comportaste de manera irrespetuosa o indeseada", sabe que puede cambiar dicha conducta y reemplazarla por otra más adecuada.
Por otro lado, pedirle a nuestros hijos que se comporten adecuadamente mientras se les define como irrespetuosos constituye técnicamente un doble mensaje, en tanto que si se comportan adecuadamente desconfirman la afirmación, y si se comportan irrespetuosamente no obedece la orden. De esta manera quedan entrampados, por eso es imprescindible no juzgar a nuestros hijos ni a ninguna persona, sino siempre hablar o referirnos a la acción, si lo que queremos es que puedan cambiar para mejorar, claro.
Además, si recordamos el Efecto Pigmalión, nos damos cuenta de que es indispensable tener expectativas positivas respecto de la persona, pues si la juzgamos negativamente, así se comportarán.
Para corregir los errores de un niño, sugiero considerar lo siguiente:
1)- Hacerlo en privado, puesto que la presencia de sus amigos u otras personas al momento de hablar de sus acciones erróneas puede dar lugar a que le etiqueten, se le dé un determinado lugar interaccional y se lo trate de acuerdo a éste.
2)- Tener en cuenta el doble mensaje, procurando no juzgar a la persona sino a la acción.
3)- Dedicar el tiempo necesario para la devolución de nuestra opinión o charla, evitando ser demasiado breves o excesivamente extensos.
4)- Es un error centrarse en los puntos débiles sin señalar los fuertes. El recorrido más adecuado es comenzar por un aspecto positivo, luego pasar al negativo o al comportamiento que se desea marcar para que nuestro peque lo cambie, y por último terminar o cerrar con un comentario positivo acerca de él, como por ejemplo afirmar que uno está seguro de que podrá llevar a cabo el cambio y que confía en su empeño.
5)- Hablar desde la subjetividad, comenzando con frases como "a mí me parece que…", "yo me sentí como si…", "yo pienso que…" y evitando el mensaje que sentencia desde la objetividad, como sería decir tú eres … (de tal o cual manera)". Un mensaje que se da desde esta posición es violento en sentido estricto, pues es sólo uno de los interlocutores el que define la situación, sin que se deje posibilidad para pensar distinto o coincidir, pues se está obligando al otro a pensar de un modo determinado (Desde una epistemología constructivista, sabemos que hay tantas opiniones y construcciones posibles como personas en el mundo. Es necesario, pues, tolerar y respetar la diversidad).
6)- Colocarse a la altura física del niño, es decir, agacharse o ponerse en cuclillas para poder establecer un mejor contacto visual. Asimismo es bueno evaluar la posibilidad de poder tomarlo de la mano o bien del hombro, muchas veces en brazos o ennel regazo, en una actitud empática, en tanto nuestro hijo no se sienta invadido en su espacio físico.
7)- Es muy importante estar tranquilos al momento de hablar de los errores de otra persona. Si tratamos de corregir un comportamiento cuando estamos enfadados, muy probablemente seremos agresivos con nuestro hijo en lugar de ayudarlo, Para esto es necesario tener en cuenta el propio registro emocional y poder discriminar nuestras emociones.
Esta modalidad también es descrita por algunos autores como lenguaje "I-Prima". La utilización habitual e imprudente de palabras tales como "es", "eres", "son" y sus variantes podrían generar una tendencia hacia la rigidez mental, pues rotulan y etiquetan a las personas.
La propuesta es escoger una alternativa al verbo "ser" y sus conjugaciones, para que quien habla se responsabilice de la opinión expresada en lugar de ampararse tras la objetividad ("esto es así") que implica un verbo de existencia. Por ejemplo en lugar de decir "eres un niño inquieto y revoltoso" podemos decir "en mi opinión, te comportas de manera inquieta y revoltosa", otro ejemplo seria en lugar de "esa es una buena idea" podemos decir "me gusta esa idea", "este lugar es feo" por "este lugar no me gusta" O sea aprender a hacermos responsables de nuestras palabras, sentimientos y sensaciones.
Por otra parte, Cohen habla de dos tipos de lenguajes que pueden ser utilizados por para mejorar la comunicación.
El lenguaje restrictivo, que es directo, controlador, impersonal e indiferente y el lenguaje sensible, que transmite respeto y aceptación por los sentimientos e ideas de los demás fomentando la colaboración.
El lenguaje restrictivo es más propio del modelo educativo de generaciones anteriores, donde primaba un estilo rígido y muy estricto.
Los siete consejos anteriores intentan describir y especificar el lenguaje sensible. Este tipo de lenguaje fomenta la independencia y acrecienta la motivación y la creatividad, estimulando la autoestima y la conciencia de sí mismo en nuestros hijos disminuyendo así la ansiedad y la agresividad.
Una comunicación afectiva y efectiva alienta a que hagan preguntas reflexivas, no se les interrumpe cuando tienen una idea que comunicar y los incentivamos para que elaboren sus propias ideas.
Al hablar de la comunicación pienso en el hecho de que no sólo es necesario e importante que ésta sea adecuada, sino también que, aunque suene obvio, exista. Es decir, que nos comuniquemos verbalmente, explicitando a través del lenguaje aquello que pensamos y sentimos.
Debemos saber también que existe una buena comunicación y una mala comunicación, como lo son respectivamente el lenguaje sensible y el restrictivo, pero lo cierto es que si no hay comunicación, no nos relacionamos ni de manera funcional ni apropiadamente con las demás personas, podríamos decir que renovar la comunicación y reflexionar acerca de como la estamos llevando a cabo también ayuda a mejorar las relaciones.
La otra mitad, tanto o más importante que expresar, es escuchar; escuchar y hablar sin estar a la defensiva permite a las personas entenderse y poder así resolver problemas con un costo mínimo de energías. Cuando una persona escucha con una actitud defensiva hace que se pase por alto o se rechace lo que la otra persona intenta comunicar, reaccionando a esto como si nos estuviesen acusando o agrediendo. Es por ello que una actitud empática, mediante la cual concentremos nuestra atención en el discurso del otro y sus emociones, permite cortar con el círculo de la hostilidad y comenzar aquel del entendimiento. Pero no es menos importante el hecho de que hay que respetar el punto de vista ajeno en el ejercicio de la tolerancia, que nos permitirá establecer el llamado "meta-acuerdo", es decir, poder acordar que se está en desacuerdo, respetando una manera de ver la realidad simplemente diferente, o desde una perspectiva distinta.
Bibliografia recomendada
"Como ayudar a los niños de hoy" del Lic. Lucas J.J Malaisi
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