Durante toda la niñez de nuestros hijos, o sea hasta la edad de 13 años, no es necesario más que una sola "hora académica" por día con ellos.
Llamemosle el tiempo de hacer tareas con papá o mamá.
En este tiempo podemos introducir algún tema nuevo de matemáticas, de lenguaje,de naturaleza, historia, ingles u otro idioma que estemos preparando, podemos resolver algunos ejercicios que nuestros hijos no puedan hacer sin nuestra ayuda, etc.
Todo el resto del tiempo debemos dedicarlo a trabajos y proyectos prácticos, la exploración libre, o juegos, tomando muy en cuenta los intereses propios de los niños.
Muchos juegos tienen un gran valor educativo, la exploración libre incluye tanto expediciones al aire libre como experimentos científicos, también mucha lectura independiente por parte de los niños, la idea es que ellos busquen nuevos libros sobre temas que les interesen, si nunca presionamos a nuestros hijos a leer algo que no quieran lograremos que aprecien la lectura.
Los niños están desmotivados porque son obligados a leer, mucho antes de que su cerebro alcance la madurez necesaria para ello, y con métodos que se parecen más a un entrenamiento de loros o a un arrear de esclavos. ¡No es raro que ellos no puedan encontrar nada placentero en leer!
Los proyectos prácticos son mucho más adecuados a las necesidades de un niño que el estudio con libros y cuadernos, esto porque los niños son esencialmente "aprendedores concretos". Ellos necesitan ver, tocar, manipular, probar, armar y desarmar para aprender.
En la adolescencia comienza a desarrollarse el razonamiento abstracto, y la capacidad de analizar sistemáticamente las reglas de la gramática, las leyes científicas, etc. Para tener éxito en este análisis sistemático, el adolescente necesita poder referirse constantemente a un gran tesoro de experiencias prácticas que acumuló anteriormente, en su niñez.
Por eso, lo que el niño en sus primeros años más necesita, es la exploración libre y los trabajos prácticos. Si un niño tuvo muchas oportunidades de divertirse con agua y arena, de hacer experimentos con pelotas y palancas, o de armar y desarmar sus propias máquinas, entonces no le será difícil entender las leyes de la física cuando sea adolescente. Si encontró placer en leer libros por su cuenta, y tuvo un contacto natural con diversas formas del lenguaje, entonces no le costarán las reglas de la gramática cuando sea adolescente. Pero no surve de nada que los obliguemos a memorizar los resultados de tales sistematizaciones antes del tiempo.
Es una observación psicológica que un niño o adolescente no puede "saltarse" ninguna etapa en su desarrollo y si lo intenta (o si es obligado a hacerlo), más tarde sentirá la necesidad de "recuperar" la etapa perdida. Permitamos a los niños ser niños sólo entonces actuarán también en la adolescencia y en la edad adulta de acuerdo a su edad. Pero si obligamos a los niños a ser pequeños adultos (estudiando conceptos demasiado abstractos), de adultos sentirán una necesidad irresistible de comportarse de manera infantil. ¿No lo estamos viendo ya en la actual generación de jóvenes adultos?
Ante este trasfondo es realmente deprimente ver lo que hace el sistema escolar. Si el rendimiento de los alumnos es "bajo" los profesores y padres siempre tienen la misma respuesta ¡Más horas académicas!
Pero en realidad este "remedio" es la enfermedad muchos niños sufren problemas de aprendizaje porque tienen demasiadas horas académicas, están estresados, nerviosos y agotados por la sobrecarga escolar. Como demuestran las evaluaciones de los alumnos de enseñanza media (como el conocido estudio PISA) este sistema no tiene ningún provecho académico. Miles de profesores y millones de alumnos desperdician su valioso tiempo en miles de horas académicas mal concebidas y superfluas, que no producen ningún aprendizaje real.
Esto es mas parecido a una forma de maltrato infantil, someter a un niño a esta sobrecarga de horas de clase improductivas y todavía después tantas horas más de tareas en casa. En vez de maltratarlos con aun más clases y tareas, deberíamos darles un descanso y permitirles aprender de acuerdo a sus necesidades. La experiencia de nuestros hijos ha demostrado que un niño puede rendir más, con mucho menos esfuerzo y menos estrés, si tan solamente le permitimos ser niño, le ofrecemos actividades prácticas, y no lo sobrecargamos ni con horas académicas ni con contenidos demasiado abstractos. Un niño necesita muchísimas menos horas académicas de las que los padres piensan.
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